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No hay palabras para describir ese sentimiento que me calienta por dentro, al ser sabedora de que más del 95% del los juegos de los que ambos disfrutamos, serían imposibles sin esa enorme confianza mutua y bidirecional entre los dos.

 Esta es una foto muy espcial, y he querido usarla justo hoy por varios motivos. El primero como respuesta a un correo recibido, donde el interseado de turno opinaba, tras leer esta otra entrada, que se me iba la olla. A mí no se me va ni la olla del cocido. Nunca digo lo que no es, ni sesiono en fantasilandia

En segundo motivo que hace la foto tan especial, es por la demostración BIDIRECIONAL de confianza que supone hacer tarmpling de esta manera.

Dejando de lado, el backstage, donde mi peso no descansa al 100% sobre mí sumiso, que el punto de palanca es la barbilla... y todas las demás consideraciones sobre seguridad que  a buen seguro todo quien practique trampling conoce.

Esta pose sería imposible de practicar para mí, si yo dudase de la obediencia plena de mí sumiso, si no tuviera la confianza de que no va a moverse, tragar saliva, carraspear o inspirar de manera brusca.

En la otra cara de la moneda, está la confianza de mí sumiso hacia mi. Confianza en que tengo mis tacones en control y no se me va a resbalar el pie, de que si he dicho 20, puedo contar más deprisa o más despacio, pero no pasaré de contar 20.

Sin esa compenetración y confianza mutua... entonces... si, mejor dejar aparcados los tacones en cualquier otro punto, para no llevarse disgustos y traqueotomías no planaedas.