Logo

Cuando voy ha hacer uso de látigo y mordaza, me encanta caminar de frente y despacio hacía mi sumiso, marcando mis pasos lentos y fuertes en el suelo, haciendo sonar mis tacones y con la mordaza bien visible en mi mano.

Adoro ver la anticipación en sus ojos, como se le dilatan las pupilas, y es consciente de que cada sonido de uno de mis tacones, es un paso menos al comienzo de su tortura.

Esa mirada final, silenciosa y profunda entre los dos después de asegurarme de que la mordaza se encuentra debidamente colocada.

Observar su mirada limpia de miedo, totalmente confiada, expectante y llena de anticipación hace que me baile la sangre y me piquen las yemas de los dedos dentro de mis guantes deseosa de comenzar a hacer sonar mis látigos.





 Se ha equivocado al contar, he escuchado dos veces doce, me callo, me aplico com más fuerza y le regalo diez latigazos más.

 Momento del inicio tan solo equiparable a cuando doy descanso a los látigos y tras quitarle la mordaza le pregunto si sus gemidos han sido porque le he hecho cosquillas.

Su NOOOOo casi sin aliento y entrecortado, mientras le acaricio y me llueven pequeños besos en mis piernas en silencioso agradecimiento, me hacen sonreir mientras le acerco un vaso de agua y mientras lo bebe, le comento como si nada que si vuelve a contar mal le aplicaré 1k  de peso a cada unos de sus testículos.

Pobreee!!!!, no se porque se me ha atragantado, ahora tendré que esperar a limpie el desastre del suelo antes de mi masaje.

Suelto un sentido "menos quince", en relacion a esos 90  minutos, que tan deseoso está de ganar para ver su partido del 22 de Mayo.

Veo como cierra los ojos, gime y me dice: "Eso me deja en menos veinte minutos Señora".

Pienso sobre su necesidad de llevar una anotación en papel al respecto.  No veo que le sea necesario pues sus cuentas mentales son inequívocamente exactas, pero en fin... Si anotarlo lo hace feliz...

Lo que si me pregunto, es si de verdad cree que va a conseguir esos 90 minutos...